Comparación entre distintas versiones de un único cuento. Orden cronológico.
Vemos que en la versión de Perrault es un cuento más para adultos, aún no está adaptada a la literatura infantil, cosa que en la de los Hermanos Grimm ya sucede. La moraleja es distinta, vemos que la primera va dirigida a chicas jóvenes que pueden irse con hombres; tiene contenido, elementos y simbologÃa (por ejemplo el color rojo) sexual. En cambio, en el segundo, la moraleja va más encaminada a enseñar a los niños. Les dice que no deben distraerse de sus deberes y tienen que hacer caso a sus padres.
CUENTO DE CAPERUCITA ROJA DE CHARLES PERRAULT (1697, s. XVII)
En tiempo del rey que rabió, vivÃa en una aldea una niña, la más linda de las aldeanas, tanto que loca de gozo estaba su madre y más aún su abuela, quien le habÃa hecho una caperuza roja; y tan bien le estaba que por caperucita roja conocÃanla todos. Un dÃa su madre hizo tortas y le dijo:
-Irás a casa de la abuela a informarte de su salud, pues me han dicho que está enferma. Llévale una torta y este tarrito lleno de manteca.
Caperucita roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela, que vivÃa en otra aldea. Al pasar por un bosque encontró al compadre lobo que tuvo ganas de comérsela, pero a ello no se atrevió porque habÃa algunos leñadores. Preguntola a dónde iba, y la pobre niña, que no sabÃa fuese peligroso detenerse para dar oÃdos al lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela y a llevarle esta torta con un tarrito de manteca que le envÃa mi madre.
-¿Vive muy lejos? -Preguntole el lobo.
-SÃ, -contestole Caperucita roja- a la otra parte del molino que veis ahÃ; en la primera casa de la aldea.
-Pues entonces, añadió el lobo, yo también quiero visitarla. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cuál de los dos llega antes.
El lobo echó a correr tanto como pudo, tomando el camino más corto, y la niña fuese por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes con las florecillas que hallaba a su paso.
Poco tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
-Soy vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la niña. Os traigo una torta y un tarrito de manteca que mi madre os envÃa.
La buena de la abuela, que estaba en cama porque se sentÃa indispuesta, contestó gritando:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Asà lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojose encima de la vieja y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacÃa más de tres dÃas que no habÃa comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
Caperucita roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero creyendo que su abuela estaba constipada, contestó:
-Soy yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un tarrito de manteca que os envÃa mi madre.
El lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Caperucita roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo le dijo, ocultándose debajo de la manta:
-Deja la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa y vente a acostar conmigo.
Caperucita roja lo hizo, y se metió en la cama. Grande fue su sorpresa al aspecto de su abuela sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita, tenéis los brazos muy largos.
-Asà te abrazaré mejor.
-Abuelita, tenéis las piernas muy largas.
-Asà correré más.
-Abuelita, tenéis las orejas muy grandes.
-Asà te oiré mejor.
-Abuelita, tenéis los ojos muy grandes.
-Asà te veré mejor,
Abuelita, tenéis los dientes muy grandes.
-Asà comeré mejor.
Y al decir estas palabras, el malvado lobo arrojose sobre Caperucita roja y se la comió.
Moraleja La niña bonita, la que no lo sea, que a todas alcanza esta moraleja, mucho miedo, mucho, al lobo le tenga, que a veces es joven de buena presencia, de palabras dulces, de grandes promesas, tan pronto olvidadas
como fueron hechas.
CAPERUCITA ROJA HERMANOS GRIMM (1812; s. XIX)
Érase una vez una pequeña y dulce coquetuela, a la que todo el mundo querÃa, con solo verla una vez; pero quien más la querÃa era su abuela, que ya no sabÃa ni qué regalarle. En cierta ocasión le regaló una caperuza de terciopelo rojo, y como le sentaba tan bien y la niña no querÃa ponerse otra cosa, todos la llamaron de ahà en adelante Caperucita Roja.
Un buen dÃa la madre le dijo:
- Mira Caperucita Roja, aquà tienes un trozo de torta y una botella de vino para llevar a la abuela, pues está enferma y débil, y esto la reanimará. Arréglate antes de que empiece el calor, y cuando te marches, anda con cuidado y no te apartes del camino: no vaya a ser que te caigas, se rompa la botella y la abuela se quede sin nada. Y cuando llegues a su casa, no te olvides de darle los buenos dÃas, y no te pongas a hurguetear por cada rincón.
- Lo haré todo muy bien, seguro - asintió Caperucita Roja, besando a su madre.
La abuela vivÃa lejos, en el bosque, a media hora de la aldea. Cuando Caperucita Roja llegó al bosque, salió a su encuentro el lobo, pero la niña no sabÃa qué clase de fiera maligna era y no se asustó.
- ¡Buenos dÃas, Caperucita Roja! - la saludó el lobo.
- ¡Buenos dÃas, lobo!
- ¿A dónde vas tan temprano, Caperucita Roja? -dijo el lobo.
- A ver a la abuela.
- ¿Qué llevas en tu canastillo?
- Torta y vino; ayer estuvimos haciendo pasteles en el horno; la abuela está enferma y débil y necesita algo bueno para fortalecerse.
- Dime, Caperucita Roja, ¿dónde vive tu abuela?
- Hay que caminar todavÃa un buen cuarto de hora por el bosque; su casa se encuentra bajo las tres grandes encinas; están también los avellanos; pero eso, ya lo sabrás -dijo Caperucita Roja.
El lobo pensó: "Esta joven y delicada cosita será un suculento bocado, y mucho más apetitoso que la vieja. Has de comportarte con astucia si quieres atrapar y tragar a las dos". Entonces acompañó un rato a la niña y luego le dijo:
- Caperucita Roja, mira esas hermosas flores que te rodean; sÃ, pues, ¿por qué no miras a tu alrededor?; me parece que no estás escuchando el melodioso canto de los pajarillos, ¿no es verdad? Andas ensimismada como si fueras a la escuela, ¡y es tan divertido corretear por el bosque!
Caperucita Roja abrió mucho los ojos, y al ver cómo los rayos del sol danzaban, por aquà y por allá, a través de los árboles, y cuántas preciosas flores habÃa, pensó: "Si llevo a la abuela un ramo de flores frescas se alegrará; y como es tan temprano llegaré a tiempo". Y apartándose del camino se adentró en el bosque en busca de flores. Y en cuanto habÃa cortado una, pensaba que más allá habrÃa otra más bonita y, buscándola, se internaba cada vez más en el bosque. Pero el lobo se marchó directamente a casa de la abuela y golpeó a la puerta.
- ¿Quién es?
- Soy Caperucita Roja, que te trae torta y vino; ábreme.
- No tienes más que girar el picaporte - gritó la abuela-; yo estoy muy débil y no puedo levantarme.
El lobo giró el picaporte, la puerta se abrió de par en par, y sin pronunciar una sola palabra, fue derecho a la cama donde yacÃa la abuela y se la tragó. Entonces, se puso las ropas de la abuela, se colocó la gorra de dormir de la abuela, cerró las cortinas, y se metió en la cama de la abuela.
Caperucita Roja se habÃa dedicado entretanto a buscar flores, y cogió tantas que ya no podÃa llevar ni una más; entonces se acordó de nuevo de la abuela y se encaminó a su casa. Se asombró al encontrar la puerta abierta y, al entrar en el cuarto, todo le pareció tan extraño que pensó: ¡Oh, Dios mÃo, qué miedo siento hoy y cuánto me alegraba siempre que veÃa a la abuela!". Y dijo:
- Buenos dÃas, abuela.
Pero no obtuvo respuesta. Entonces se acercó a la cama, y volvió a abrir las cortinas; allà yacÃa la abuela, con la gorra de dormir bien calada en la cabeza, y un aspecto extraño.
- Oh, abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!
- Para asÃ, poder oÃrte mejor.
- Oh, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
- Para asÃ, poder verte mejor.
- Oh, abuela, ¡qué manos tan grandes tienes!
- Para asÃ, poder cogerte mejor.
- Oh, abuela, ¡qué boca tan grande y tan horrible tienes!
- Para comerte mejor.
No habÃa terminado de decir esto el lobo, cuando saltó fuera de la cama y devoró a la pobre Caperucita Roja.
Cuando el lobo hubo saciado su voraz apetito, se metió de nuevo en la cama y comenzó a dar sonoros ronquidos. Acertó a pasar el cazador por delante de la casa, y pensó: "¡Cómo ronca la anciana!; debo entrar a mirar, no vaya a ser que le pase algo". Entonces, entró a la alcoba, y al acercarse a la cama, vio tumbado en ella al lobo.
- Mira dónde vengo a encontrarte, viejo pecador! – dijo -; hace tiempo que te busco.
Entonces le apuntó con su escopeta, pero de pronto se le ocurrió que el lobo podÃa haberse comido a la anciana y que tal vez podrÃa salvarla todavÃa. Asà es que no disparó sino que cogió unas tijeras y comenzó a abrir la barriga del lobo. Al dar un par de cortes, vio relucir la roja caperuza; dio otros cortes más y saltó la niña diciendo:
- ¡Ay, qué susto he pasado, qué oscuro estaba en el vientre del lobo!
Y después salió la vieja abuela, también viva aunque casi sin respiración. Caperucita Roja trajo inmediatamente grandes piedras y llenó la barriga del lobo con ellas. Y cuando el lobo despertó, quiso dar un salto y salir corriendo, pero el peso de las piedras le hizo caer, se estrelló contra el suelo y se mató. Los tres estaban contentos. El cazador le arrancó la piel al lobo y se la llevó a casa. La abuela se comió la torta y se bebió el vino que Caperucita Roja habÃa traÃdo y Caperucita Roja pensó: "Nunca más me apartaré del camino y adentraré en el bosque cuando mi madre me lo haya pedido."
Enlaces a versiones 2.0 de Caperucita roja:
Mi álbum ilustrado favorito de este cuento es:
Serra, A (2011). Caperucita Roja. Nordica infantil: Madrid
Una de mis versiones cinematográfica favoritas de esta pelÃcula:
Edwards, C; Edwards, T y Leeck, T(2005). La verdadera historia de Caperucita Roja. Blue Yonder Films: Estados Unidos.